La celiaquía es una intolerancia permanente al gluten, proteína que se encuentra en determinados
cereales como trigo, cebada, avena y centeno, que deben evitar ser ingeridos durante toda la vida, y
ser sustituidos por maíz y arroz.
La celiaquía es una enfermedad debido al malestar que se sufre, pero una vez que se diagnostica es
una condición, la condición celiaca. Las personas que presentan esta intolerancia comienzan a dejar
de sentirse enfermos y a sentirse bien una vez que cambian la dieta y dejan de consumir gluten. Con
ello se consigue la mejoría de los síntomas aproximadamente a partir de las dos semanas, la
normalización serológica entre los 6 y 12 meses y la recuperación de las vellosidades intestinales
en torno a los 2 años de iniciado el tratamiento. Esta mejoría física conlleva la reducción del
malestar psicológico, el descenso de la fatiga y la normalización de su nueva condición.
Es un proceso crónico en que el diagnostico precoz es fundamental ya que la agresión que se
produce en las vellosidades intestinales impide la absorción de principios inmediatos, vitaminas y
minerales, que podrá manifestarse a corto, medio o largo plazo. Lo más común es que en un primer
momento los síntomas sean predominantemente digestivos y cursen con dolor abdominal, nauseas,
vómitos o malestar general, aunque en una pequeña proporción se dan pacientes asintomáticos. Si
el cuadro se prolonga en el tiempo pueden aparecer malnutriciones, adelgazamiento o retrasos de
la curva de crecimiento en los niños, derivados de la malabsorción. Otro efecto sería el derivado de
la carencia de triptófano, necesario para la síntesis de serotonina, que es el Neurotransmisor
implicado en la regulación del estado de ánimo y la ansiedad. En ocasiones la malabsorción
produce síntomas similares a los de la depresión, como la fatiga, apatía o fallos en la memoria, que
realmente se deberían a déficits de nutrientes como el hierro o el acido fólico, y que son
reversibles.
A los síntomas mencionados de malabsorción tenemos que añadir la influencia de factores
psicoambientales. Al tratarse de un proceso crónico, la reducción percibida en su calidad de vida
y los inconvenientes de tener que modificar la dieta y mantenerla de por vida, pueden incrementar
los síntomas depresivos. Entre estos destacan la hipersensibilidad emocional, el pesimismo y la
anhedonia, es decir, que el paciente que recibe el diagnostico comienza a presentar dificultades
para disfrutar de actividades que eran placenteras en el pasado.
EL tratamiento médico no existe. Se debe evitar ingerir del alimento que contiene gluten, si es
necesario, recibiendo la ayuda de un profesional nutricionista para seleccionar los alimentos que no
planteen problemas.
A nivel psicológico y en determinados pacientes será recomendable acudir a una psicoterapia en la
que puedan aprender técnicas de afrontamiento, técnicas de relajación para su nivel el nivel de
ansiedad y habilidades asertivas. En caso de presentarse la celiaquía en un niño de corta edad, es
conveniente que los padres reciban entrenamiento psicoeducativo por un profesional, para que
disminuya la ansiedad y para que puedan apoyar al niño en el aprendizaje y en la asimilación de la
nueva situación.