Durante el primer año de vida del niño, las estructuras cerebrales continúan su desarrollo; Así, como durante la gestación necesitamos un tiempo de maduración intrauterina, al salir del útero también continuamos nuestra maduración extrauterina, y se van perfeccionando y madurando sus funciones durante toda la infancia a través del movimiento, las emociones, las experiencias que se les proporcionen y la evolución de los patrones del desarrollo ontogenético. A partir de allí se desarrolla la capacidad para aprender, adaptarse y enfrentarse al mundo.
Los bebés al nacer presentan una serie de reflejos llamados reflejos primitivos que serán su primera defensa con el mundo exterior, estos a su vez le ayudarán a ir repitiendo movimientos que con el paso del tiempo se irán haciendo voluntarios. Es aquí en donde comienza el desarrollo motor e irá unido a las emociones, ya que el niño debe sentirse emocionalmente seguro para arriesgarse a moverse y comenzar a explorar.
A medida que los centros superiores del sistema nervioso central maduran, la actividad refleja evoluciona hasta el movimiento voluntario. Los reflejos quedan integrados durante el primer año de crecimiento y son clínicamente importantes para el terapeuta ocupacional, que puede evaluar la maduración del sistema nervioso central por medio de la observación de estos patrones primitivos de movimiento.
Para un buen desarrollo global, es necesario que los niños cumplan con una serie de requisitos, muy importantes para indicarnos el nivel de madurez cerebral y poder intervenir tempranamente de ser necesario.
Los patrones de desarrollo ontogenético son posturas básicas que fomentan la estabilidad postural, que es un prerrequisito para la locomoción y las destrezas motoras finas; para esto, debe estar presente la disposición biológica; los huesos, músculos y las estructuras nerviosas deben estar suficientemente maduros para sostener la actividad. .
Es importante que los bebés realicen estos movimientos para conseguir la integración de reflejos primitivos y la interconexión de los hemisferios cerebrales que será indispensable para el buen funcionamiento y desarrollo de la percepción, coordinación y equilibrio entre otros. Esto a su vez le permitirá aumentar el tono muscular y la fuerza general del cuerpo que le preparará para los siguientes movimientos y así dar paso al desarrollo de habilidades motoras necesarias para el aprendizaje futuro.
Estos patrones se deben ir dando mes a mes a lo largo del primer año para ir evolucionando adecuadamente y pasar a las siguientes etapas. Así, para tener control del cuerpo primero debemos empezar por sostener la cabeza (control cefálico), se irán tonificando los músculos del cuello y tronco para tener la suficiente fuerza que le permita apoyar los brazos, realizar el agarre, alcance, rolar, sentarse y posteriormente arrastrarse, arrodillarse, gatear, ponerse de pie y andar. Los reflejos primitivos se irán integrando y desencadenarán otros movimientos automáticos como lo son las reacciones de defensa, equilibrio y enderezamiento, y dar paso a las habilidades motoras gruesas como correr, saltar, subir y bajar escaleras, caminar de puntillas, etc.
Ninguno de estos patrones del desarrollo ocurre de forma aislada sino que son interactivos e interdependientes de todos los sentidos y los sistemas del desarrollo. Debemos asegurarnos que el niño realice adecuadamente estos principios durante el primer año de vida; en este tiempo, es cuando aprende y desarrolla más patrones motores que los que desarrollará el resto de su vida.
Toda esta preparación básica a nivel de psicomotricidad gruesa establecerá la maduración de las estructuras cerebrales para poder obtener respuestas más corticales o superiores como lo son la motricidad fina, el uso de pinzas, el agarre del lápiz, el trazo, cortar, percepción espacial, lectura, escritura, habilidades matemáticas, atención, concentración, memoria, lenguaje, buena sociabilización, tolerancia a las frustraciones, etc.
Si por alguna razón hay una interrupción en los canales de maduración y aprendizaje en el desarrollo neuromuscular y psicomotriz del niño durante el primer año, probablemente deje de integrar algunos reflejos.
Cabe destacar que la no integración de estos reflejos puede derivar a un retraso o problema en el desarrollo de las habilidades motrices y cognitivas que impactan sobre las psicológicas, sociales y emocionales.
De aquí, la importancia de una evaluación temprana y así poder detectar y/o corregir las pequeñas alteraciones que podrían generar retrasos madurativos del desarrollo.
Consejos:
Para conseguir la tonificación del cuello, cabeza y tronco debemos permitir que el niño explore la postura decúbito prono (boca abajo), algunos niños no soportan esta postura y se cansan, por tanto debemos respetar su ritmo y colocarle solo unos minutos al día con alguna actividad que llame su atención.
Yuly Bernardi Arrioja
Terapeuta Ocupacional