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Autismo mitos Y REALIDAD

AUTISMO: MITOS Y REALIDAD Empezaremos por entender un poco mejor en que consite el autismo. Para después descubrir que hay de cierto o no en todos esos mitos.

¿QUÉ ES TEA?: TEA o Trastorno del Espectro Autista,

lo podemos definir como un grupo heterogéneo de alteraciones en el desarrollo que tienen en común la presencia de dificultades de Interacción social, habilidades de comunicación y conducta. Y que se posicionan en un continuum dependiendo de la amplitud, intensidad y gravedad de los síntomas. Además, se da la circunstancia de que el autismo es una condición que varía a lo largo de la vida de la persona y que incluye los avances y retrocesos que se producen a lo largo de la misma.

Al autismo se le ha mitificado en muchas ocasiones, de hecho, se habla del “Enigma del autismo”; pues ocurre con los TEA que las relaciones que se establecen con ellos generan una sensación de cierta “Opacidad” y eso, nos produce ansiedad. Y es esta “opacidad” lo que generalmente más llama la atención, pues la comunicación cotidiana no sólo transmite mensajes informativos al desnudo, sino que estos también se relacionan con los estados mentales de las personas y que se basan en: creencias, conocimientos, deseos, emociones y afectos.

Para las personas con TEA nosotros somos tan opacos como lo son ellos para nosotros. Y lo somos, porque nuestros estados mentales no les son accesibles, al menos como una estructura idéntica.
 Para entender la analogía, podríamos decir que unos nos comunicamos en AIOS como si fuéramos un IPhone y otros se comunican con Android. Que son sistemas que en un primer momento, parecen similares, pero que no son compatibles sin una decodificación.

En el autismo Hay mitos muy asentados en la sociedad, que no por ser conocidos se convierten en ciertos

Autismo: sus mitos

“Los Tea no se comunican” cuando en realidad sí que lo hacen, aunque no sea de manera verbal y con intención comunicativa en muchos los casos.

“El TEA es sólo una alteración de la infancia”: No es una “Foto fija” y se ven las variaciones a lo largo de la vida.

Los TEA son trastornos crónicos; es decir, no desaparecen a lo largo de la vida. Sin embargo, disponiendo de intervenciones y de los apoyos adecuados los niños pueden desarrollar sus habilidades en diferentes ámbitos (social, de comunicación, rutinas diarias y otros).

Los niños con TEA son así, porque sus padres no los quieren lo suficiente” Nada más lejos de la realidad, puesto que además se ha comprobado el origen biológico del mismo. Y de este reside mucho antes del nacimiento. No se puede prevenir y en ningún caso es culpa o responsabilidad de los padres.

“Tienen un talento fuera de lo común”. Si bien es cierto que hay personas con TEA que desarrollan ciertas habilidades en general, muy relacionadas con un interés por un tema en especial. No todos las desarrollan y sobre todo no de una forma uniforme.

“Es una enfermedad” En realidad es una condición, no tienen síntomas patológicos de enfermedad propiamente dicha. Lo que sí es común, es la aparición durante el ciclo vital de numerosas comorbilidades.

Los TEA no tienen sentimientos, no quieren a sus familiares ni a las personas de su entorno” Esto no es cierto, tienen sentimientos y muchas veces más profundos e inocentes que cualquier otra persona. De hecho, sufren muchísimo dolor, amor, miedo…. La diferencia es que no lo identifican igual.

“Si tienes un hijo TEA seguro que alguno más nacerá con la misma condición” Esto no es necesariamente así y es común encontrar familias de muchos hijos en las que sólo uno de ellos tiene el trastorno.

“Se da en unas clases sociales más que en otras”.  La realidad es que ocurren por igual en cualquier grupo cultural y social.

El origen del problema está relacionado con la administración de vacunas, intolerancias alimentarias (gluten, caseína), o intoxicación por metales pesados (mercurio, plomo). Estas teorías, actualmente carecen de aval científico y han sido rebatidas.

Lo más importante

Los niños con TEA tienen las mismas necesidades de afecto y apoyo familiar que los demás niños, aunque a veces tengan dificultad para expresarlo. Cada niño posee una personalidad única y la expresión del trastorno. Por tanto, es diferente en cada caso. Cuanto antes se conozcan los puntos fuertes y los puntos débiles del niño, y antes se comprendan sus características y necesidades, antes se podrán también iniciar las acciones específicas. Para favorecer su desarrollo e integración socio emocional.

Rosa María Díez Vallejo

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