Lo primero que tenemos que diferenciar es un episodio clínico de depresión mayor de lo que es un ligero descenso del estado de ánimo. En este último caso, se considera un estado normal por el que todos pasamos sin que tenga mayores consecuencias. Sin embargo, cuando una persona está aquejada de una depresión clínica, es muy importante que sea valorado por un profesional de la salud mental y que reciba el tratamiento farmacológico y psicológico adecuado.
Aclarada la diferencia, existen algunos trucos para que nuestro estado de ánimo se mantenga estable incluso en otoño e invierno.
En primer lugar, si la persona se siente cansada, es importante descartar alguna enfermedad médica o estado carencial, así como comprobar si el cansancio se genera como consecuencia del consumo de algún medicamento o remedio natural con dicho efecto secundario.
Es muy importante seguir tomando el sol, por lo que se recomienda pasear por zonas en las que dé el sol o practicar deportes al aire libre para que recibamos la luz solar y evitemos el sedentarismo. En el propio domicilio, es aconsejable iluminar mucho las estancias en las que se pasa más tiempo.
Como en la vida no todo es trabajo, es importante que encuentres tiempo para ti. Busca actividades gratificantes para poder desarrollar en tu tiempo de ocio. Se trata de que puedas disfrutar y sentirte bien haciéndolas. A cada persona le llena una actividad diferente: busca la tuya propia. Además, date un capricho o un premio de vez en cuando, aunque intenta evitar que sean comestibles.
Por otro lado, el descanso es fundamental para sentirse bien. Se necesita dormir 8 horas, manteniendo un patrón de sueño estable y nocturno. Para facilitarlo, se deben evitar bebidas excitantes tales como refrescos de cola o café así como mantener hábitos saludables (horarios estables, etc.).
Siguiendo con hábitos saludables, es aconsejable prescindir del consumo de alcohol y tabaco, así como otras sustancias psicotrópicas, ya que a largo plazo producen oscilaciones del estado de ánimo.
Por último, llevar una dieta equilibrada y sana, con un patrón de 4 ó 5 comidas al día, para evitar periodos largos de hipoglucemia. La alimentación debe ser variada y en raciones pequeñas, abundante en frutas y verduras y con preferencia por pescados azules (ricos en Omega 3) en lugar de otras proteínas. Como tentempié podemos utilizar frutos secos en cantidades pequeñas y como estimulante lo mejor es escoger bebidas como el te verde. Se ha demostrado la relación entre consumo excesivo de azúcar y síntomas depresivos, por lo que es importante reducir al máximo el consumo de azúcar refinado, bollería industrial, pastelería o confitería y sustituirlo por edulcorantes naturales como la fruta o la miel.